Ante la convocatoria de elecciones, los republicanos de centro-izquierda, los socialistas y los comunistas del PCE y del POUM suscribieron un pacto en enero de 1936 por el que constituyeron el Frente Popular, con el objetivo de presentarse unidos a los comicios para defender la continuación de las reformas del primer bienio. Por el contrario, la derecha tuvo dificultades para unirse en un frente antirrevolucionario a causa de las querellas internas entre la CEDA y la extrema derecha.
El Frente Popular obtuvo la mayoría en Cataluña, las regiones industriales y las zonas latifundistas del sur. La derecha aumentó su representación, pero como la ley electoral beneficiaba a las coaliciones, el ajustado resultado se convirtió en una amplia mayoría del Frente Popular en las Cortes.
Resultado elecciones generales febrero de 1936.
Los resultados electorales desataron una euforia popular y Portela presentó su dimisión, por lo que Alcalá-Zamora nombró a Manuel Azaña presidente del gobierno. El nuevo ejecutivo estaba formado por miembros de Izquierda Republicana y Unión Republicana, como se había acordado de los pactos preelectorales. Éstos eran partidos republicanos de izquierda que contaban con el apoyo parlamentario de socialistas y comunistas.
En este nuevo período republicano, Alcalá-Zamora continuó ejerciendo como presidente de la República hasta el mes de mayo, cuando fue destituido por las Cortes. Entonces, Azaña fue elegido nuevo presidente de la República y Santiago Casares Quiroga fue nombrado jefe de Gobierno.
El Gobierno del Frente Popular concedió una amplia amnistía política, restituyó los cargos públicos suspendidos, restauró la Generalitat de Cataluña, inició la tramitación de los Estatutos de Autonomía del País Vasco y Galicia, concedió mayor autonomía a los municipios, readmitió a los trabajadores despedidos y represaliados por actividades políticas o sindicales, e impulsó la reforma de la enseñanza. También se reanudó la reforma agraria y el Gobierno se vio obligado a legalizar las tierras ocupadas espontáneamente por los campesinos, hecho que suscitó un gran temor entre los propietarios.
Página de un periódico de la época que representaba las personas que iban a formar el nuevo gobierno.
A pesar de los acuerdos de las izquierdas, las diferencias internas surgieron pronto, pues en el Frente Popular coexistían dos tendencias: los partidos del reformismo democrático y los que se mostraban favorables a iniciar un proceso revolucionario; porque la confluencia electoral de ambas fue un hecho coyuntural para contener a la derecha.
Tras las elecciones, Largo Caballero impulsó la estrategia revolucionaria en el PSOE, la UGT y las Juventudes Socialistas con lo que se apartó del reformismo suscrito en el pacto electoral. Menos radical se mostró el Partido Comunista que defendía el apoyo al gobierno republicano. la CNT continuó impulsando los movimientos revolucionarios. Estos planteamientos explican las actuaciones revolucionarias de un sector de la izquierda y el violento clima de tensión que se desató con huelgas continuadas, ocupaciones de tierras, asaltos a iglesias, conventos y periódicos...
Los sectores conservadores se alarmaron ante la política reformista que amenazaba su poder económico y la radicalización obrera que subvertía el orden burgués. Así pues, apoyaron a las fuerzas políticas que representaban sus intereses, el Bloque Nacional y la CEDA, y formaron un verdadero contrapoder en defensa de la propiedad, la religión y la patria. El Gobierno fue incapaz de frenar la espiral de violencia y de imponer medidas de consenso que revirtieran la crisis social y la desestabilización del equilibrio democrático.
En la primavera de 1936, la confrontación política se intensificó en todos los ámbitos y proliferaron los enfrentamientos callejeros y los atentados contra líderes tanto derechas como de izquierdas. Mientras, el Bloque Nacional y la Falange, junto a militares de la Unión Militar Española, llevaban preparando una conspiración contra la República desde la misma noche electoral. Aunque el gobierno alejó de Madrid a los generales sospechosos la sublevación siguió organizándose.
Disturbios durante la primavera de 1936.
En esta atmósfera de inquietud, el asesinato del teniente de la Guardia de Asalto José del Castillo fue vengado por un grupo de compañeros y militantes socialistas con el asesinato de José Calvo Sotelo, jefe de la oposición monárquica. Este acontecimiento fue utilizado como excusa para el golpe de estado del 17 de julio de 1936, planeado desde hacía tiempo y que, al fracasar, desembocó en una guerra civil.
Vídeo sobre el gobierno frentepopulista producido por la 2.
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